viernes, 27 de febrero de 2009

Entrevista a Alfonso Ferrer


El invierno empieza a dejar paso a una cálida atmosfera, el sol brilla con fuerza y las nubes han dejado de ser tan amenazadoras.

Nos encontramos con el escritor y periodista Alfonso Ferrer para hablar sobre su libro “El reloj del Fin del Mundo”, un libro sobre las probabilidades que posee el ser humano de extinguirse, y la posibilidad de un cercano apocalipsis, que es una hipótesis que los científicos están considerando cada vez más.

Pregunta - ¿Por qué está tan presente en el hombre el pensamiento apocalíptico?

Respuesta - Realmente, las ideas sobre el fin del mundo son muy antiguas y comunes en múltiples culturas del planeta, algunas de ellas sin haber tenido contacto con otras civilizaciones contemporáneas. De tal manera que podemos afirmar que estas creencias, sin llegar a ser universales, sí son bastante corrientes a lo largo y ancho del planeta y desde el principio de los tiempos. Esto es lógico si pensamos que el temor al fin del mundo no deja de ser una expresión del miedo a la muerte. Es decir, el fin del mundo es tal en la medida en que te toque a ti.

P – Una forma de expresar este pensamiento es a través de las profecías de personajes como Nostradamus o Malaquías. ¿De dónde vienen estas profecías?

R - El origen de las profecías se hunde en la noche de los tiempos. En el caso de las sociedades cristianas todo empezó hace dos mil años con un texto incluido en el Nuevo Testamento: el Apocalipsis. Se trata de un libro muy evocador y con una gran carga imaginaria bíblica. En él se habla del origen del mundo y, por supuesto, de su final. Según el historiador francés Jean Delumeau, esta obra establece una fuerte concepción lineal del tiempo. Así, es normal que en las sociedades occidentales tendamos a pensar que, en cierto modo, todos estamos condenados desde el principio de los tiempos. En este caldo de cultivo es normal que afloren en cada esquina multitud de profecías catastróficas, incluso en la actualidad, que no hacen más que reafirmar lo que un día escribió alguien llamado Juan, seguidor de las ideas de Jesús, que estuvo recluido en una prisión de una isla griega hacia finales del siglo I de nuestra era. Posiblemente el tal Juan, el autor del Apocalipsis, fuera totalmente malinterpretado.

P – Es decir, que a partir de ese miedo a la muerte inventamos formas para poder “contabilizar” el tiempo que nos queda. Pero ¿Cómo surge el Reloj fin del mundo?

R - El Reloj del Fin del Mundo, como es conocido a nivel mediático, surge al amparo del terror nuclear; más concretamente, después de los horrores de Hiroshima, en 1945. Meses después del desastre, algunos científicos conscientes del horror desatado, y temiendo hacia dónde podría derivar aquel trágico acontecimiento, decidieron organizarse y alertar a los países del mundo sobre los riesgos de las armas atómicas.

Así, en 1947 publican un boletín de tirada mensual con información sobre la cuestión nuclear. Cobran especial relevancia aspectos como el control de este tipo de armas y el acceso de otras naciones a esta tecnología.

Para comunicar con el mayor acierto posible las conclusiones de este panel de científicos se optó, también en 1947, por reflejar la inminencia de un posible conflicto nuclear mediante un reloj metafórico, cuyas manecillas están siempre al filo de la medianoche. En 1947, se situaba a 7 minutos de las 12. En 1949, se situó a 3 debido a la detonación de los rusos de su primera bomba atómica.

El Reloj del Fin del Mundo, hilo conductor del libro, es la alegoría perfecta para reflejar el momento en el que se halla la humanidad en la actualidad respecto a cuestiones armamentísticas, aunque también de índole medioambiental, tecnológico…

P – Nos has estado hablando de profetas, pero para intenetar ser un poco más pragmáticos ¿qué opinan los científicos del fin del mundo?

R - En general, los científicos evitan hablar del fin del mundo, exceptuando a los del Reloj del Fin del Mundo, claro. La comunidad científica simplemente alerta sobre determinadas circunstancias que pueden ser catastróficas. Si le preguntas a un astrofísico te dirá que tarde o temprano un gran asteroide llegará a la Tierra, si hablas con un médico te dirá que el brote de una pandemia de gripe es muy probable, un químico medioambiental hablará de extinciones de miles de especies animales debido al calentamiento global…

Los periodistas podemos recopilar esas informaciones, siempre con rigor, y dar una idea de conjunto. Yo en mi libro he hecho mis apuestas.

P – Se habla en tu libro de que el Hombre está predestinado a desaparecer, a nivel genético ¿Realmente lo está?

R - Se trata de una teoría muy interesante, aunque no exenta de polémica, propuesta por el doctor Reinhard Stindl, de la Universidad de Viena.

Los cromosomas contienen toda la información genética de nuestro cuerpo. Por tanto, esta información es altamente sensible. La naturaleza, que es muy sabia, ha protegido por tanto a los cromosomas, a su contenido genético más concretamente, con unas estructuras en sus extremos denominadas telómeros. Para hacernos una idea, yo en mi libro digo que imaginemos los cordones de unos zapatos. El propio cordón contendría a los genes, mientras que los telómeros serían esa parte dura del final.

Los telómeros se van gastando a lo largo de la vida de una persona y ello va provocando ciertas pérdidas genéticas que, a la postre, derivan en determinadas enfermedades asociadas a la vejez, por ejemplo, el alzheimer.

El doctor Stindl propone que esta merma genética al final se traslada de una generación a otra, provocando individuos cada vez menos saludables. Enfermedades como el cáncer y otras relacionadas con el envejecimiento serían cada vez más frecuentes, debilitando a la especie.

Se trata de una teoría muy determinista que establece que el Hombre algún día desaparecerá porque hay una suerte de reloj biológico que así lo establece.

P - El Hombre está destinado, tanto por fuerzas exteriores como por fuerzas genéticas, a desparecer, y entonces ¿Cuál crees qué es la amenaza más creíble?

R - Sin duda, la del impacto de un asteroide. A lo largo de la investigación para este libro me ha sorprendido comprobar como se trata de algo que no es puesto en duda por ningún científico. Se trata de algo que ya ocurrió en el pasado y que acabó con una especie tan poderosa como la de los dinosaurios.

Un astrofísico me comentaba que un impacto como aquel tiene lugar en la Tierra cada 60 o 70 millones de años. El de los dinosaurios fue hace 65. Nos consta que los científicos están volcados en este asunto.

P - ¿Y cuál sería, por otro lado, el peligro más increíble?

R - Más que increíble, yo diría que inesperado. Se trata de una posible rebelión de robots. Esto que parece propio de una película de ciencia ficción de serie B esta fundamentado en algunos interesantes ensayos científicos. Autores de la talla de Martin Rees considera que, al ritmo al que avanza la tecnología, será inevitable que, quizás en unas décadas, en nuestros ordenadores salte la chispa de la conciencia. Ese día podrás mantener una conversación con tu máquina y ellas mismas podrán tomar sus propias decisiones. El problema llegará cuando empiezan a autorepararse y a reproducirse. Lo harán cada vez más rápido hasta que llegue un momento en que competirán por los recursos con el hombre. Es mera cuestión de tiempo. De hecho, si te fijas, ya ha comenzado una especie de rebelión en la sombra.



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