
Todos hemos oído hablar de la caza de brujas en los siglos pasados. Los inquisidores iban de pueblo en pueblo, juzgando y condenando a las brujas. Sin embargo, ¿cómo se diferenciaba a a una bruja de la que no lo es? Para facilitar el trabajo, surgieron manuales, con todas las directrices que debían seguir los celosos inquisidores. El más famoso de ellos fue el Malleus Maleficarum, como nos explica el autor de Breve Historia de la Brujería, Jesús Callejo:
"En el año 1486 apareció en Alemania un mamotreto llamado Malleus Maleficarum (que traducido a nuestro idioma significa "Martillo de Brujas"), el libro sobre demonología más importante y siniestro de todos los tiempos. Pocas veces un título fue tan descriptivo, pues dio el "disparo de salida" para la caza de brujas, como si fueran conejos y abrió las puertas a la locura inquisitorial. Es obra de dos dominicos inquisidores, psicópatas y misóginos por más señas, llamados Jacob Sprenger y Heinrich Kramer, ambos de dudosa honorabilidad.
Está considerada la auténtica Biblia del cazador de brujas, en la que se describe todo lo que se creía saber de ellas, incluidos los rumores más infundados. Desde la primera línea hasta la última de sus tres volúmenes, constituye todo un disparate jurídico y teológico que generó excesivo sufrimiento.
En el Malleus, entre otras lindezas, se explican nada menos que treinta y cinco formas de torturar a una bruja para que cuenta al detalle todos los tratos que ha tenido con el demonio o se describe la afición de las brujas por coleccionar penes que luego insertaban en ramilletes. Ésta es una de las mil y una barbaridades. Visto por su lado positivo -aunque parezca mentira, lo tiene- supone un valioso documento histórico para contemplar la brujería en una época que había dejado la Edad Media para adentrarse en la Edad Moderna con esa lacra social.
El manual establecía el siporte legal para incoar procesos de brujería contra toda aquella persona que fuera acusada como tal, fuera o no cierto. Por si no había quedado claro, ya tenemos asociado el binomio brujería-herejía y tres siglos ignominiosos iban a recoger esta cosecha en Europa.
La obsesión por el sexo, el machismo y la inquina de Sprenger y Kramer demuestran contra las mujeres es notoria. Un ejemplo: Toda la brujería proviene del apetito carnal que en las mujeres es insaciable... Por lo cual, para satisfacer sus apetitos, se unen inclusive con los demonios.
Otra frase de las más emblemáticas de este tratado de la estupidez humana es que reza: "La creencia en la existencia de las brujas es una parte tan esencial de fe católica que obstinarse en mantener la opción contraria huele a herejía".

Por lo morboso de su contenido y por estar avalada por el mismísimo Papa Inocencio VIII, la obra alcanzó un éxito fulminante. Todo el mundo que sabía leer quería tener un ejemplar en su casa o en los monasterios. Entre 1486 y 1669 tuvo 34 ediciones, lo que supone entre 30000 y 50000 ejemplares vendidos. Y además, inició toda una etapa contagiosa a dos niveles: el personal, puesto que se veían brujas por todas partes, y el editorial, por cuanto se empezaron a editar otros libros a imitación suya, una verdadera psicosis de este género.
El Malleus Maleficarum dio pie a encarnizadas, siniestras y absurdas persecuciones y matanzas de toda mujer, hombre o niña que por sospechas, chivatazos o confesiones se les considera adecuados para servir de pasto a las llamas. Su cosecha fue muy sangrienta. Sólo en Alemania ejecutaton a 25000 personas acusadas de brujería..."