jueves, 28 de junio de 2007

PIEDRAS SAGRADAS..., Y LAS MARAVILLAS DEL MUNDO



El suizo Bernard Weber cristalizó hace poco las aspiraciones de muchos con la convocatoria de una votación mundial para la elección de las nuevas 7 maravillas del mundo, que serán elegidas en Lisboa el próximo 7 de julio. Nowtilus ha decicido adelantarse a esa fecha cabalística (7-7-2007) recordando, de la mano de Juan Ignacio Cuesta, autor de Piedras Sagradas, alguno de los lugares nominados:

"No es coincidencia que entre las candidatas a ser las nuevas SIETE MARAVILLAS del mundo, se encuentren muchos lugares de poder reconocidos a lo largo del tiempo por distintas culturas. Desde las Grandes Pirámides, el único monumento que nos queda del mundo antiguo, hasta la Ópera de Sidney, el más moderno, hay una serie de sitios a los que hemos considerado sagrados, y que invariablemente están hechos con piedras.

En la Acrópolis de Atenas, Fidias puso su mágico arte al servicio de los dioses helenos; Angkor es el gran santuario de un reino que está en el país de los sueños; el templo de Kukulkán vuela a lomos de Queatzalcoatl, la serpiente emplumada; y los Moáis de Pascua nos hurtan un secreto impenetrable desde su imponente laconismo. Estos cuatro no están en Piedras Sagradas, porque la elección recayó, en el caso de Grecia, sobre Delfos; en el Yucatán le tocó a las pirámides del Sol y la Luna de Teotihuacán; Angkor cedió su sitio a Mohenjo-Daro y nuestra nave no llegó en esa singladura hasta el Pacífico desconocido, sino a aquel que suministra humedad a los jardines zen japoneses.






Pero sí están el círculo mágico-astronómico de Stonehenge, abrazado por las nieblas que acarician las campiñas de Wiltshire, testigos del tiempo en que se edificaron las Pirámides egipcias que le acompañan inevitablemente; el templo del amor de Adra, el Taj-Mahal, un prodigio en el que la sensibilidad y la poesía se fundieron con la geometría sagrada; Machu Picchu, un reino perdido en las montañas andinas donde se rindió, como en tantas otras partes, culto a Inti, el Sol, principio generatriz y sustento de la vida; y los oscuros pasillos-grieta del desierto jordano que llevan a la recatada Petra, una necrópolis nabatea que esconde sus bellezas a los no iniciados a quienes los djins confunden para que no la encuentren.


Y reinando sobre todas estas maravillas, el palacio sagrado de aguas y rumores, de aromas y susurros, de colores y penumbras sensuales, la Alhambra de Granada, uno de las más impresionantes obras concebidas por los hombres. Un templo alquímico en el que los símbolos están sugeridos tan sutilmente, que «sólo el hombre de corazón puro puede entenderlos», como dijo un sufí. La «fortaleza roja» elevada sobre el río de oro, el Darro o Dauro, por el que viene el agua que acaricia todos los pliegues dérmicos del mármol nazarí.



Dicen que desde enfrente, en el Albayzín, se pueden ver los atardeceres más hermosos del mundo..., y no les falta razón..., cuando un supremo estertor del último rayo de fuego solar, lame las paredes de la Torre de la Vela, que poco a poco se irá sumiendo en la sombra, mientras lejos en el tiempo parece escucharse la oración, el adhan, que proclama a los creyentes que Alah es el supremo y verdadero arquitecto de esta joya que lleva su firma multiplicada hasta el infinito en sus delicadas paredes.

Piedras Sagradas, alguna de las cuales será incluido en esa lista que ahora se trata de confeccionar."

El libro Piedras Sagradas, de Juan Ignacio Cuesta, está publicado por Nowtilus, en la colección Historia Incógnita.

No hay comentarios: